
La rápida aparición de la enteritis necrótica y las devastadoras pérdidas de producción que puede infligir la convierten en una de las enfermedades más desafiantes y de mayor impacto económico para la industria avícola.
La enteritis necrótica es causada por un crecimiento excesivo de la bacteria Clostridium perfringens y la producción de sus exotoxinas virulentas. Se encuentra en toda la caseta e incluso dentro de la microbiota normal del ave. Un crecimiento excesivo de Clostridium perfringens ocurre cuando hay condiciones predisponentes (por ejemplo, una función inmune suprimida o cambios en la dieta o la fisiopatología intestinal). La enteritis necrótica clínica se asocia con una alta mortalidad, mientras que el crecimiento lento y la reducción de la conversión alimenticia son signos de una enfermedad subclínica.
La enteritis necrótica ocurre debido a una ruptura del epitelio y la capa de moco de la barrera intestinal defensiva. La pared intestinal dañada afecta la absorción de nutrientes y puede permitir que las toxinas entren en el sistema circulatorio. La coccidiosis, causada por la especie Eimeria, puede aumentar la incidencia de enteritis necrótica, ya que la Eimeria también daña las células intestinales.
La virulencia de la bacteria C. perfringens está relacionada principalmente con su capacidad para producir toxinas potentes. Dos exotoxinas en particular, la toxina alfa y la toxina similar a enteritis necrótica B (NetB), juegan un papel crítico en el desarrollo de la enteritis necrótica.